Ya
he tenido mi primer contacto con esto de Bolonia. Aún no he podido,
ni hacer los papeles del cambio ni por supuesto la matrícula, pero
no podía demorar más el comienzo, que Bolonia viene pisando fuerte.
La primera gran diferencia que he notado ha sido el hecho de que la semana que viene ya tengo 3 entregas, no de las fuertes, pero entregas al fin y al cabo.
La primera gran diferencia que he notado ha sido el hecho de que la semana que viene ya tengo 3 entregas, no de las fuertes, pero entregas al fin y al cabo.
En
el Plan Antiguo estaba acostumbrada a que “empezábamos” las
clases en octubre, y digo empezar por decir algo, porque hasta
prácticamente noviembre, no teníamos mucho que hacer. Esto se debe
a que el plazo de matrícula terminaba a finales de octubre y hasta
que no acabase no se podían hacer grupos de trabajo y, en
consecuencia, no hacías gran cosa hasta esas fechas. Era como una
transición entre las vacaciones y el trabajo duro, porque los
universitarios (y los profesores por supuesto) tenemos mucho estrés
y no podemos empezar de sopetón.
Yo
soy la primera que estaba encantada de que tardase más en empezar la
época de agobios y las noches de mucho café y poco dormir, pero no
tiene sentido que se organice así. Entre eso y los viernes, que por
supuesto no se puede tener clase porque hay que salir los jueves (que
conste que a mi me encanta salir los jueves ¿eh?) se pierde mucho
tiempo y al final se reduce bastante el curso.
Esto
en Bolonia no pasa, llevan dos semanas de clase (los viernes
incluidos), y ya han empezado en serio, las clases se dan con
normalidad y como ya os decía la semana que viene tenemos cosas que
entregar.
En
mi opinión es todo mucho más lógico. Creo que la vida
universitaria (hablo en mi caso y en mi escuela, que es lo que
conozco de primera mano, pero no es el único caso por supuesto) se
estaba desmadrando un poco. Se había caído en, “los viernes no
hay clase”, “¿Tantas horas seguidas de clase? ¿Qué queréis,
matarnos del estrés?”, y muchas otras cosas que en el instituto,
que éramos inmaduros, menores y con la cabeza llena de pájaros,
veíamos como algo normal. Y ahora que se supone que hemos madurado,
somos adultos, y con la cabeza en su sitio, nos parece impensable.
En
conclusión, en Bolonia las cosas vuelven a su cauce, a lo que
debería haber sido siempre y me parece bien. Y esto os lo dice la
fiestera y vaga nª1 ¿eh?
Os
seguiré informando... ¡A la Boloñesa! ;)
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